Hace tiempo analicé estos datos y su comparación con los accidentes de tráfico en una entrada en este mismo blog titulada Suidicios Silenciosos, y también profundicé en dicho tema con mi Trabajo Fin de Máster sobre la Comunicación del suicidio en España por parte de los medios de comunicación y los partidos políticos entre 2011 y 2012. Sin embargo, desde hace unos días se ha añadido un nuevo factor al panorama que durante tanto tiempo me he dedicado a analizar. Los desahucios.
En el presente mes de noviembre los medios de comunicación se han hecho eco de varios casos de suicidio que presuntamente tenían relación con un inminente desahucio. En todas las radios, los periódicos, las televisiones y los portales de internet han aparecido informaciones que probablemente nos hayan hecho creer que los suicidios están aumentando de manera considerable y que los desahucios son la causa principal de los mismos. Pues bien, ambas ideas son falsas. Ni los suicidios se han disparado respecto al verano, por ejemplo, ni los desahucios son la única causa que los motiva.
Como apunté anteriormente es probable que en 2012 los suicidios hayan aumentado respecto a la cifra que en 2010 tendía a la baja. Pero es falso que en noviembre la tasa de suicidios se haya elevado notablemente. De 2005 a 2010 noviembre nunca estuvo entre los seis meses con mayor tasa de suicidios del año, ya que normalmente el alza de muerte voluntarias en un año tiene lugar en los meses que se encuentran entre marzo y agosto. De modo que resulta altamente improbable que de la noche a la mañana un mes con cifras de suicidio históricamente bajas se sitúe a la cabeza de dicho ranking.
Por otro lado, en lo que respecta a la relación entre suicidio y desahucio, es preciso señalar que el suicidio es un fenómeno multifactorial en el que resulta muy difícil, cuando no imposible, determinar la causa exacta que lo ha produjo. Por supuesto, los casos que hemos vivido con dramatismo en los últimos días pueden haber estado relacionados en parte con esta causa, ya que las víctimas se veían condenadas a vivir en la calle. Pero la aparente causa principal de un suicidio casi nunca es ni la única ni la más importante motivación que ha incitado a una persona a quitarse la vida.
Como apunté anteriormente es probable que en 2012 los suicidios hayan aumentado respecto a la cifra que en 2010 tendía a la baja. Pero es falso que en noviembre la tasa de suicidios se haya elevado notablemente. De 2005 a 2010 noviembre nunca estuvo entre los seis meses con mayor tasa de suicidios del año, ya que normalmente el alza de muerte voluntarias en un año tiene lugar en los meses que se encuentran entre marzo y agosto. De modo que resulta altamente improbable que de la noche a la mañana un mes con cifras de suicidio históricamente bajas se sitúe a la cabeza de dicho ranking.
Por otro lado, en lo que respecta a la relación entre suicidio y desahucio, es preciso señalar que el suicidio es un fenómeno multifactorial en el que resulta muy difícil, cuando no imposible, determinar la causa exacta que lo ha produjo. Por supuesto, los casos que hemos vivido con dramatismo en los últimos días pueden haber estado relacionados en parte con esta causa, ya que las víctimas se veían condenadas a vivir en la calle. Pero la aparente causa principal de un suicidio casi nunca es ni la única ni la más importante motivación que ha incitado a una persona a quitarse la vida.
Resulta peligroso y muy arriesgado que los medios simplifiquen las causas del suicidio. El efecto contagio que se puede producir entre la población si las informaciones al respecto no cuentan con rigor, veracidad, exactitud y ética son impredecibles. Está claro que es positivo que el suicidio, un tema tan importante en cifras de muertos desde hace décadas, salga a la luz. Incluso Mariano Rajoy habló de ellos como “hechos dramáticos”, un hito en la comunicación política del suicidio en España. Sin embargo, cabe preguntarse si la forma en la que dicha comunicación se lleva a cabo está siendo la adecuada, tanto en los medios como en el plano político.
Una importancia excesiva, la situación de las noticias de suicidios en la portada de los periódicos y los telediarios, el sensacionalismo, los prejuicios, la difusión de datos e imágenes escabrosas o la simplificación de las causas que motivan tal fenómeno pueden provocar que los suicidios de este tipo aumenten de manera considerable, lo que propiciaría la reaparición del debate de si es correcto que los medios y los políticos traten este tema debido al mimetismo que pudiere producir (ver efecto Werther). Y la respuesta es que si la comunicación del suicidio se lleva a cabo de manera ética y veraz, los suicidios pueden llegar a reducirse. Sin embargo si persiste el tratamiento erróneo que hasta ahora se está produciendo en los medios, las tasas de suicidio se dispararán y la falsa teoría de que los medios no deben hablar de este tema se difundirá. De modo que es preciso profundizar en la comunicación del suicidio, pero teniendo en cuenta el modo en el que ésta se desarrolla.
Una importancia excesiva, la situación de las noticias de suicidios en la portada de los periódicos y los telediarios, el sensacionalismo, los prejuicios, la difusión de datos e imágenes escabrosas o la simplificación de las causas que motivan tal fenómeno pueden provocar que los suicidios de este tipo aumenten de manera considerable, lo que propiciaría la reaparición del debate de si es correcto que los medios y los políticos traten este tema debido al mimetismo que pudiere producir (ver efecto Werther). Y la respuesta es que si la comunicación del suicidio se lleva a cabo de manera ética y veraz, los suicidios pueden llegar a reducirse. Sin embargo si persiste el tratamiento erróneo que hasta ahora se está produciendo en los medios, las tasas de suicidio se dispararán y la falsa teoría de que los medios no deben hablar de este tema se difundirá. De modo que es preciso profundizar en la comunicación del suicidio, pero teniendo en cuenta el modo en el que ésta se desarrolla.
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