domingo, 25 de diciembre de 2011

Suicidios silenciosos

Según los últimos datos que ofrece el Instituto Nacional de Estadística, en 2009 se produjeron 384.933 defunciones en España, de las cuales 370.437 tuvieron lugar debido a diversos problemas de salud como tumores, problemas circulatorios, respiratorios, digestivos o enfermedades del sistema nervioso. Se trata de muertes que se intentan combatir con conocimientos médicos, pero cuya resolución no depende de la mano humana. Al menos no directamente.

Así, 14.496 personas murieron por causas externas, es decir, por contratiempos no relacionados con problemas de salud. Esta es la cifra que más suele preocupar a las autoridades, ya que engloba a las víctimas evitables. De la gestión del Gobierno depende en buena parte el ascenso o la disminución del número de muertes de este tipo. Accidentes de tráfico, caídas accidentales o ahogamientos son algunos de los casos que, con determinadas medidas por parte del poder, se pueden reducir.


Durante muchos años, el Ministerio del Interior se ha preocupado por la cifra de muertos en carretera. De hecho, uno de los mayores éxitos que se atribuye Rubalcaba es el de disminuir la cifra de fallecidos en accidentes de tráfico. Campañas televisivas, programas de concienciación de los conductores, control en carreteras… el Gobierno nunca ha escatimado esfuerzos en este aspecto.


La preocupación social por los accidentes de tráfico contrasta sin embargo con el silencio oficial que existe en torno a las defunciones derivadas del suicidio. De hecho, las muertes por suicidio encabezan la lista de defunciones por causas externas que antes he enunciado. En 2009 se produjeron 3.429 muertes por suicidio, mientras que las vidas que se acabaron en la carretera ascendían a 2.588. Casi mil menos. ¿Por qué entonces a la población le preocupan bastante más los accidentes de carretera que los suicidios?

La principal razón es la poca repercusión que estos sucesos tienen en los medios de comunicación. Mientras que en cada puente se nos acribilla con las cifras de muertos en accidentes de tráfico y se nos adoctrina para que tomemos precauciones en carretera, pocas veces leemos, vemos o escuchamos el testimonio de familiares de personas que se han suicidado o se nos informa sobre el número de suicidios.


La razón oficial de este silencio tanto institucional como informativo es que si se difundiese la cifra anual de suicidios se provocaría un efecto contagio que daría lugar a su vez a un incremento de estas cifras. Sin embargo, es cuanto menos sospechoso observar durante cuatro años a Rubalcaba colgarse medallas por reducir la cifra de muertos en carretera, mientras que los suicidios aumentan cada año. ¿Afrontan los políticos como es debido este problema? ¿Están haciendo algo para rebajar esta cifra, o restan importancia al asunto al saber que apenas tendrá repercusión social?

Para terminar, tres cifras llamativas que nos deben hacer reflexionar sobre este asunto. 1) Andalucía cuenta con alrededor de 8 millones de habitantes, de los cuales en 2009 se suicidaron 750 personas de las 3.429 que lo hicieron ese año. En Madrid, por el contrario, de los 6 millones de habitantes sólo lo hicieron 127. 2) Las mujeres españolas se suicidan mucho menos que los hombres. 3) Antes de la crisis, Grecia era uno de los países europeos con menor tasa de suicidios. Sin embargo, los problemas económicos que asolan a los helenos ha provocado que esa cifra ascienda de forma espectacular, y Grecia se encuentra ya entre los países de la UE con mayor número de suicidios.

lunes, 12 de diciembre de 2011

Peña Nieto y Piñera, "pillados"

"Pillar" desprevenido a un político es prácticamente imposible. En la actualidad, las palabras de las personas que ostentan el poder, o que aspiran a llegar a hacerlo algún día, son medidas al milímetro. Estos seres han sido adiestrados para esquivar hábilmente preguntas potencialmente peligrosas, escogiendo los argumentos para rodear cualquier obstáculo que pudiera presentarse.

El desafío: Frost contra Nixon, magistral película de Ron Howard, es un claro ejemplo de cómo los políticos deben conocer al detalle situación a la que se enfrentan. Ni pueden ni deben bajar la guardia en ningún momento.





Pero los altos cargos públicos no son de otro planeta, aunque algunos lo parezcan. Son seres humanos y por lo tanto todos tienen alguna muestra de la torpeza innata en nuestra raza. Y estos errores de cálculo casi siempre suelen darse en situaciones distendidas y relajadas, en las que normalmente los políticos se permiten el lujo de bajar la guardia. En tensos debates, comprometidas comparecencias ante la prensa o transcendentes mítines, estos especímenes se mantienen siempre alerta. Pero a los dos políticos que vienen a continuación les “pillaron” en situaciones de aparente calma. 

El primero de ellos es Enrique Peña Nieto, aspirante por el PRI a la presidencia de México y principal favorito a hacerse con el poder, según las encuestas. Este político quedó en evidencia ante las cámaras en la Feria del Libro de Guadalajara, al ser incapaz de nombrar los tres libros que marcaron su vida. De hecho, fue incapaz de nombrar tres libros. Quizá sus asesores debieron tener este aspecto planeado, ¿pero qué consejero iba a ser tan hábil como para prever que Peña Nieto podía llegar a ser tan ignorante? 


Las consecuencias han sido graves. Este acto ha levantó grandes críticas contra él en México y los votantes empiezan a poner en duda su liderazgo en las encuestas. “Nuestro país no puede ser gobernado por un analfabeto”, decía un opositor.



El otro caso nos lleva también a Sudamérica. Sebastián Piñera, presidente de Chile, contó un chiste en un momento de distensión que levantó una enorme polémica. Decía así:

“Cuando el político dice que “sí” quiere decir “tal vez”, cuando dice “tal vez “quiere decir “no” y cuando dice que “no” no es político. En cambio, cuando una dama dice que “no” quiere decir “tal vez”, cuando dice “tal vez” quiere decir que “sí” y cuando dice “sí” no es dama”.

La enrevesada ocurrencia provocó que mujeres y políticos se echaran encima de Piñera en cuestión de horas. Muchos (como yo), habrán necesitada releerlo varias veces para darse cuenta de que esta gracieta se mofa de mucha gente. Y probablemente de millones votantes del político que tan buena cara intentó poner al mundo tras rescatar a los mineros. Sin duda, sus asesores le habrán dado un collejón.




Y es que no importa lo que se dice, sino cómo se dice y dónde se dice. Sobre todo dónde se dice. Sudamérica es un zona en la que, como bien dice Álvaro (no Mario) Vargas Llosa en su blog en El Mundo, aun no se sabe bien si la gente tolera a políticos alocados (por decirlo suavemente), como Chávez en Venezuela, o a amaestrados a la americana, como Uribe lo era en Colombia. Piñera y Peña Nieto, con esto, contribuyen a que la confusión en este aspecto crezca.

En cualquier caso, estoy seguro de que muchos asesores políticos habrán tomado nota para que sus clientes sepan al menos el título de tres libros, y para que no se hagan los graciosos con chistes engorrosos.

martes, 6 de diciembre de 2011

Putin y su prisionera Rusia

El concepto de “democracia” ha quedado completamente obsoleto dentro del panorama político actual. A pesar de que son muchos los que siguen pensando que acudir a las urnas una vez cada cuatro años es una muestra de que el poder pertenece al pueblo, lo cierto es que son los mercados los que verdaderamente marcan el leitmotiv de la política mundial. En este sentido, y ciñéndome a los profesores de este máster, me encuentro más cerca de la crítica total de Ramón Reig que de la defensa de lo “menos malo” que expone Víctor Vázquez.

No obstante, aún podemos establecer ciertas divisiones dentro de esa pseudodemocracia en la que vivimos. Por un lado, existen países que mantienen una apariencia democrática (al menos de cara a los ciudadanos), mientras que por el otro han surgido naciones que ni siquiera se preocupan por salvaguardar su imagen en este aspecto.


Así, dentro de nuestra maltrecha Europa, Bielorrusia se englobaría en ese segundo grupo, en el que después de las elecciones del pasado fin de semana, se encuentra también Rusia, ya de forma definitiva. Y aunque es cierto que Papademos y Monti son la muestra de que en Grecia e Italia se ha cometido una violación democrática y una bajada de pantalones ante los mercados, los casos de los países que presiden Lukashenko y Putin son los más escandalosos. 

Vladimir Putin se mantuvo ocho años al frente del gobierno ruso. Pasado ese tiempo colocó a su delfín Medvedev al frente del ejecutivo y pasó a representar la figura de jefe de estado (he traducido los nombramientos políticos a los más comunes en occidente). En ese puesto aguantó pacientemente cuatro años, manejando indirectamente los asuntos de Rusia a través de Medvedev y postulándose para volver a dirigir el gobierno. Pues bien, las elecciones se han celebrado este fin de semana y Rusia Unida, el partido de Putin, ha logrado mantener la mayoría absoluta por la mínima.




Pero lo grave es la cantidad de tretas que ha diseñado el aparato político de Rusia Unida para luchar a toda costa por el objetivo de la mayoría absoluta. Ha formado grupos de individuos en las grandes ciudades que han luchado por votar tantas veces como fuese posible en cada circunscripción; ha bloqueado las informaciones de los medios de comunicación acerca de los pucherazos que se estaban cometiendo; ha hecho uso de la fuerza para disolver las manifestaciones que denunciaban la dantesca violación de la ley electoral rusa; y para colmo, ha usado a la policía como herramienta para llevar a cabo esta serie de irregularidades.

De todo esto cabe destacar el flagrante boicot cometido contra los medios de comunicación del país. Se ha llevado a cabo una verdadera censura contra los informadores que pudieran desestabilizar la campaña de Putin. Pero no es la primera vez que se atenta contra los periodistas rusos y en la memoria de todos quedará para siempre la más que sospechosa muerte de Anna Politkovskaya. El conflicto checheno parece un tema completamente vetado por las autoridades, que hacen pagar muy caras las informaciones sobre las injusticias que se cometen en la región a los periodistas.




No parece que el futuro a corto y medio plazo de Rusia vaya a mejorar. De hecho, la legislatura del nuevo gobierno será ahora de cinco años en vez de cuatro, un cambio impulsado por Vladimir Putin, que se sabía ganador. Además, el partido comunista y el socialdemócrata han quedado demasiado lejos de Rusia Unida, y su falta de entendimiento incluso habría dificultado un posible pacto entre ambos partidos en el supuesto de que Putin no hubiese conseguido la mayoría absoluta. 

Se cumplen 20 años desde que Yelstin propiciase la desintegración de la URSS ante la mirada impotente de Gorbachov, y parece que la corrupción y las malas costumbres democráticas seguirán siendo una constante dentro de la Rusia de Putin.