miércoles, 6 de febrero de 2013

Suicidios, Francia, Finlandia y Ana Rosa Quintana

Hace unas semanas algunos medios de comunicación como TVE o ABC se hicieron eco de una información sobre los datos de suicidio en Francia según la cual el país galo habría superado las 12.000 muertes anuales por esta causa. Se trata de cifras muy preocupantes, sobre todo si las comparamos con las tasas que muestran los países de sur de Europa. Grecia o España, naciones en las que sucesos de este tipo comienzan a preocupar a la sociedad, presentan cifras muy inferiores. Así, mientras que en Francia se suicidan 18 personas por cada 100.000 habitantes, en Grecia o España ese ratio disminuye de forma considerable hasta 8 y 6 muertes por cada 100.000 habitantes, respectivamente, según los últimos datos de cada país (2011 y 2010, respectivamente).



El estudio, realizado por Christophe Dejours, refleja que en Francia mueren cada año alrededor de 4.000 personas en accidentes de tráfico, tres veces menos que por suicidio. En España 1.700 personas murieron en la carretera en 2010 y alrededor de 3.000 se suicidaron. Son datos más que suficientes como para empezar a otorgar a los suicidios la importancia que merecen, por encima de los accidentes de tráfico, cuya atención mediática es infinitamente mayor. 

Pero volvamos a la comparativa. La diferencia económica entre el norte y el sur de Europa es muy grande, sin embargo la riqueza en nuestro continente parece estar ligada a las altas tasas de suicidio. Francia es el ejemplo que acabo de exponer, pero Finlandia puede ser otro caso válido. Ana Rosa Quintana, en su tuiter, habló hace unos días sobre la elevada tasa de suicidios en Finlandia, con la intención de restar méritos a la enorme calidad de la educación finlandesa, de la que Jordi Évole se hacía eco en su último y recomendable programa de Salvados.
Es cierto que Finlandia posee cifras muy altas de suicidios, puesto que en 2003 llegaron a rondar las 20 muertes por cada 100.000 habitantes. Aunque esta cifra se está reduciendo y en 2007 se hablaba ya de una tasa de 18, idéntica a la francesa, encontramos aún datos muy preocupantes que hacen ver que el buen nivel económico de un país no puede ser determinante para hablar de disminución en las tasas de suicidio, ya que los países del sur de Europa, económicamente inferiores, ni por asomo se acercan a las altísimas tasas de sus vecinos ricos del norte. Esto desmontaría la teoría de que el aumento de suicidios se podría deber única y exclusivamente a la crisis económica, tan defendida por algunos sectores, sobre todo de la izquierda.

En cualquier caso Ana Rosa Quintana aludió al frío y a las tapas, además de a los suicidios, para argumentar que la educación en España no tiene muchas cosas que envidiar a la finlandesa 
(posteriormente la periodista dijo haber usado la ironía). Por supuesto se trata de un argumento absurdo e irrisorio enlazar la temperatura o la comida con el nivel educativo, sin embargo los suicidios en estos países sí que podrían estar relacionados con una educación que no favorece una cohesión social que sí se da en España. Y es que a mi parecer, una fluida vida social actúa como una fuerte barrera ante el suicidio independientemente de la situación económica. Y en cuanto a vida social, España es campeona mundial. El problema es que vida social activa y nivel educativo alto parecen estar reñidos. Ahí tenemos a Finlandia, líder económico con alta tasa de suicidios, y aquí estamos nosotros, con un ratio de suicidios bajo pero con una crisis que parece habernos cogido cariño.

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